Llegado el verano, ya puedo finalmente traer a consideración mis experiencias con las estaciones del año en el Reino Unido. Vale la pena aclarar que el clima acá es todo un dilema, al punto que se pueden experimentar las 4 estaciones en un mismo día; razón por la cual este es un tema central en la conversación cotidiana y/o para romper el hielo.
El otoño fue la primera que experimenté. Recién llegada de mi país aún quedaban pocos vestigios de calor. Incluso, me pregunté sin este país era tan frío como me lo habían pintado. Pocas semanas después tuve la respuesta. Las temperaturas comenzaron a ser más bajas, y los intensos días de lluvias fueron más comunes. Fue además todo un espectáculo visual ver el marchitar de las hojas y como los patos, cisnes y otras aves que en su momento nadaban alrededor del lago, ya no eran tan comunes. Lo primero que aprendí fue que todo clima es bueno si usas lo ropa correcta. Por tanto, me fui de tiendas, a comprar abrigos, bufandas y guantes en mi preparación para el crudo invierno y hasta sombrilla y botas para los torrenciales. Mi consejo es que inviertas dinerito en las tiendas de segunda mano (charity shop), pues luego son aditamentos que no vas a usar en tu país debido a la diferencia climática.
El invierno fue nefasto, pero ya yo estaba lista para la batalla. Hubo temperaturas de hasta -5 grados, pero nunca se dieron las condiciones necesarias para que nevara. Gracias a que fui a visitar a unas amistades que viven más al norte del país, pude experimentar una nevada de tal magnitud que retrasó mi viaje en tren hasta 3 horas. Otro detalle importante, es lo corto de los días y las largas noches. Increíble como esto es capaz de afectar de tal manera tu reloj biológico que ya desde las 4 de la tarde empiezas a tener sueño. En mi país, usamos el café como herramienta para combatir el cansancio, pero acá decidí incursionar con el té negro y la leche vegetal. No quería llegar al punto del desvelé y/o fatiga que me produce el café en la tarde y noté que estos efectos son menos perceptibles en el té. Así que sin quererlo me fui apropiando de costumbre británicas que disfruto hasta el día de hoy.
La primavera me sorprendió, pues la lluvia es una constante durante todo el año, además de que siempre albergué esperanzas de una nevada. Surrey es de las regiones más verdes del país, pero este verdor había sido un poco opacado en las anteriores estaciones. Entonces las flores silvestres se encargaron de despertarme de mi ensueño. Los días comenzaron a ser cada vez más largos, hasta que llegamos al 21 de junio, donde disfruté de un hermoso amanecer a las 4:52 am y el atardecer a las 9:22 pm. Esto por supuesto ayuda mucho en el rendimiento académico, incluso en tu estado anímico. Ya ni siquiera la lluvia se percibe de la misma forma y no solo las aves estaban alrededor del lago, los estudiantes comenzaron a ser plantilla fija. Qué bonito esta tradición de tirarse en el césped y hacer un picnic con amigos, o incluso ir a la playa, aunque no sean comparables a las azules playas caribeñas.
Cuba es un eterno verano, así que siempre pensé que ninguna temperatura elevada podría sorprenderme. Lo que pasa que es más que verano, acá hubo olas de calor tan altas que casi ni resistía. Teníamos hasta 27 grados un día para luego enfrentar mucho viento y humedad al otro; tan fuertes que tuve que recurrir a los abrigos invernales en más de una ocasión. Sumado a esto la Universidad quedó vacía por semanas al despedir a los estudiantes de pregrado, para luego recibir adolescentes que venían a sus respectivos cursos de verano. Aproveché entonces para tomar mi ración de vitamina D, y para avanzar también en el proyecto de tesis que está próximo a culminar. También fue una oportunidad para volver a viajar, pues se puede aprovechar mucho más el día y para finalmente conseguir un trabajo extra, que como mencioné anteriormente son más abundantes en esta época del año.